domingo, 27 de enero de 2013

¿Viste?

La hora, un poco después de mediodía. El colectivo, lleno. Cada uno está volviendo a su casa.

-¡Pero si! ¡Este coletivo da vuelta por acá, que es más largo el camino! Si fuera por el barrio Consejo, sería más corto, pero, viste, cómo son de vuelteros los coletiveros que pasan por todos lados… Esta placita está linda, arregladita, linda está, pero la de mi barrio está destrozada, viste, por el guachaje que rompe todo, se van a porrear a la plaza…

Su interlocutora ocasional había tomado el ómnibus de regreso de su trabajo, venía pensando qué iba a cocinar, (en su hogar cómodo y organizado). La miró asombrada, dando vuelta la cabeza hacia la derecha, mientras acomodaba su chalina de seda rosa:

- ¿Cómo?, ¿eso pasa?

- Sí está todo mal, se dan con lo pior, viste, el paco, eso está hecho de toda porquería; por que el polvito blanco, el otro, dicen que es bueno, lo usan los pitucos, los que tienen guita, pero el paco e’ re malo.

-Claro, es terrible, ¿y eso pasa cerca de tu casa?, ¿no los tratan a los chicos? Al fin y al cabo son enfermos, y a un enfermo hay que curarlo, no abandonarlo…

-Y, sí claro, -dijo la mujer del colectivo, mientras acomodaba sus bolsitas de nylon donde llevaba arroz, fideos y una botellita de aceite- yo tengo un hijo que anduvo en eso, todo por la junta, pero yo un día me la agarré a la madre del Naranjita, le dije de todo a la vieja, ella era cocinera, pero lo’ hijo’ vendían droga…

-Qué pena, querida, debiera haber gente que se ocupe de ellos, son tan débiles a veces. Quizás la policía, algún grupo de la policía, especializado, qué se yo…

-Vos no sabé’, lo que es… Después me la tuve que bancar yo: la cana me seguía, sabían todo el puterío. Que mi marido era die’ años mayor que yo, todo. Un peligro la cana, ¿viste? Pero te digo que yo, no hice nada, nada malo. Yo tenía plata. Entonces todos me preguntaban por qué tenía plata. Qué tienen que preguntarme, si yo me había ganado un plan Esco, y mi marido en ese entonce’ ganaba mil pesos por mes, por eso tenía plata. Entonce la cana, y todo’, me preguntaban por qué tenía plata, si es que vendía merca en el barrio, estaban locos…

-Sí, pero hay que confiar un poco más en ellos, no puede ser que pase esto… Me imagino cómo sufrirán los chicos adictos- y apretó fuertemente la carpeta contra su cuerpo, visiblemente afectada. (Quizás las fotocopias seleccionadas con las que había trabajado “Enseñanza en contexto áulico” con sus alumnos practicantes del último año del profesorado, no darían cuenta, una vez más, de esa realidad descarnada).

-Pero, viste, uno no tiene que criticar tanto, como mi vecina, por que despué’ te pasa de cerca, con un familiar tuyo-decía mientras tapaba su boca a la que le faltaba un incisivo- te pasa de cerca y tené que pagar por todo lo que criticaste, e’ así…

-¿Y qué pasó con tu hijo?-dice la profesora.

- Bueno, mi hijo ya no se endroga, se chupa, eso sí, pero qué queré’ que le haga…Y a la vecina, a ella, se le murió el hijo, por eso de andar en la droga, con el paco…

- Dios mío, qué cosa…

- Y sí, el paco, todo’ lo saben.

Ya llegando a una parada, la profesora se despide afectuosamente de su fugaz interlocutora, y le dice:

- Ojalá puedas solucionar tu problema. Andá a alguna institución para que te presten ayuda, querida. Y le tomó el brazo izquierdo suavemente, casi con afecto.

-Sí, gracia’ por escucharme. Viste, éste es el destino, qué le vamo’ a hacer…

Chirriaron las ruedas en el asfalto, mientras un tránsito ensordecedor y desordenado, un centro lleno de vendedores ambulantes, los papeles en la vereda, los pozos en las calles son testigos de muchos encuentros como éstos.



Guillermina Brasseur

jueves, 10 de enero de 2013

La palabra: posibilidad e imposibilidad

Vaya a saber
si las palabras acercan o alejan.
Solucionan, o profundizan un problema.
Vaya a saber usted,
si reflejan toda la realidad
o significan lo que queremos.
Vaya a saber, señor lector,
si un pensamiento genial,
puede prescindir de ellas.
Lo cierto es, que bondadosas o crueles,
me acercaron y me alejaron de él.
Me desnudaron
me expusieron
me entregaron
me enamoraron
me entusiasmaron, y no,
me crearon universos
y me los destruyeron
me mostraron y demostraron
que yo soy yo, y mis circunstancias
que él es él,
y también las suyas.
Me descubrieron necesidades,
manifestaron las suyas (distintas de las mías).
Revelaron su infancia, develaron la mía.
Nos encontraron y desencontraron
brindaron parcas posibilidades
mostraron profusas imposibilidades.
Por eso
ante la ausencia de caricias
de miradas
de encuentros
de ternuras florecidas en pieles unidas
de manos y piernas entrelazadas
de largos abrazos de palmas y dedos de uno
en las espaldas del otro
(y viceversa)
de sabores, de besos y de bocas,
me quedo quieta frente al sol, mirando el río
para que él, el río, me atraviese.
Total,
me refrescaré en aguas de su lomo marrón
esta mañana fresca.
(Quién sabe, si las palabras me dejaron más sola
o en comunión carnal con el río).
Paraná, 10 de enero de 2013
Guillermina Brasseur

lunes, 26 de noviembre de 2012

Nube
Eras una nube lila
una nube olvidada.
Mas, recuerdos me fluyeron,
de memoria enrevesada.

¿Será que no existías
(ciertas cosas me dijiste)
si un huracán de recuerdos
vino, pues, y apareciste?

Niño mío del pasado
leve sueño bajo el velo
todo dulzura, turrón,
y redondos caramelos.

Si un prodigio ocurriera
que conjure el desaire,
piensa qué vas a decirme:
mis ternuras quiero darte.

¿Que magia he de crear
que concilie el corazón?
¿Sólo esta escritura
de leve y frágil canción?
Guillermina Brasseur. Paraná, 25 de noviembre de 2012

sábado, 8 de septiembre de 2012

Como hojas las palabras

Si las palabras son hojas
en el otoño dorado
es bueno que se deshojen
en la palma de mi mano.

Fueron cayendo una a una
de árbol alucinado
llovieron tristes o alegres
en paisaje imaginado.

Y cada una traía
mensajes embelesados
de vos, de mí y de todos
que no serán olvidados.

Entonces hice poemas
que nacieron en el álamo
se los mandaré a todos
aquellos a quienes amo.

Algunos serán señales
directas, pongan cuidado.
Otros: plumas diminutas,
de mi corazón alado.

Sería muy triste, mi vida,
que todos fueran en vano,
porque los siento conmigo
porque así te las regalo.

Es necesario que vuelen
desde sauce deshojado
para poder renovarse,
cuando nos llegue el verano.

Escribiré en hoja verde
un te quiero deslumbrado
como una verdad sencilla
que tomarás en tu mano.

jueves, 12 de julio de 2012

Maladie

Maladie

La niña miró esas letras de imprenta en el papel del disco de pasta que tomó por los bordes, con cuidado, para que no cayese. (De lo contrario podría quebrarse).
Hizo coincidir el agujerito central en un pequeño eje de metal que estaba sobre el plato giratorio cubierto de fieltro. Puso al bracito del combinado una púa, que colocó en el comienzo del disco de 78 revoluciones por minuto, de la colección de su padre. Y comenzó a escuchar por los parlantes una voz de hombre que cantaba bella y dolientemente.
Leyó en la carátula “MA- LA- DIE-D’A- MOUR, señalando con su dedito mientras deletreaba, ante la sonrisa de su rubio hermano.
(Años después entendió que eso significa enfermedad o dolencia en francés. Y muchísimos años después, que cuando esa maladie atraviese como una punzante flecha el corazón, seguramente se sentiría sola, con deseos y sueños, y con infinita tristeza a la vez).
Entendería también el significado de ayer, hoy y futuro. Seguramente extrañaría los diálogos, las ternuras, en medio de la dulzura, y paradójicamente la amargura y el dolor del amor- que-no-fue.
Cuando se hubiera hecho mujer madura, debería comprender indefectiblemente que toda dolencia necesita cura, y que sería cuestión de transitar la convalecencia para que no hubiera recaída.
O bien volver alada a la infancia en la que, felizmente, ignoraba lo que es la maladie d’amour, a escuchar con su sonriente hermano el disco negro que podría quebrarse si no lo trataban con cuidado, igual que al corazón.

Guillermina.
Paraná, 11 de julio de 2012

sábado, 7 de julio de 2012

Diálogo desparejo

Charlaban el Colibrí y la Flor. Él, pura flecha, puro ardor. Ella la mera flor… Dijo bajito aquel Colibrí: sos mi luz, cierro los ojos, te veo. Pensándote soy feliz. ¡Ah, que suerte, mañana, cuando al alba me despierte vos serás lo primero! ………………………………………………. Pero luego, la Flor le respondió: si atardece, que esto no es poco, y uno ya se mira flotando por este sin fin sin soledad, la vida sucederá ¿sin culpas, sin dolores, al fin? Ya sabes, largamente te lo dije: yo soy del camalote la azul flor, yendo a la deriva, a su estertor, en acuarela que el día fije. ……………………………………………… Concluye hoy el río, río que luces quiebra el que pasa y se va con líquido mensaje y verdes hebras: vale la pena, entonces, vivir antes que padecer. (¿Ves las aves, allá metáfora de este suceder?) Paraná, 4 de mayo de 2012-05-05 Guillermina Brasseur