Angelada en la brisa
Luz y paisaje, en el puerto anclados.
Su horizonte buscó en este río
la golondrina que en desvaríos
vuela sobre los barcos amarrados.
Está en las oquedades el perfume
que libó la abeja. Ve al hombre,
desde los labios de sed con su nombre
pide que un resuello no se esfume,
que no se fugue por ese cielito.
Dice un duende del sol, entre quietudes,
balbuceando pasito a pasito:
-Ángel de la brisa, no te mudes,
empuja tu velero, despacito,
que sus velas despliegan plenitudes…
Fin del verano de 2008
domingo, 27 de noviembre de 2011
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