jueves, 12 de julio de 2012

Maladie

Maladie

La niña miró esas letras de imprenta en el papel del disco de pasta que tomó por los bordes, con cuidado, para que no cayese. (De lo contrario podría quebrarse).
Hizo coincidir el agujerito central en un pequeño eje de metal que estaba sobre el plato giratorio cubierto de fieltro. Puso al bracito del combinado una púa, que colocó en el comienzo del disco de 78 revoluciones por minuto, de la colección de su padre. Y comenzó a escuchar por los parlantes una voz de hombre que cantaba bella y dolientemente.
Leyó en la carátula “MA- LA- DIE-D’A- MOUR, señalando con su dedito mientras deletreaba, ante la sonrisa de su rubio hermano.
(Años después entendió que eso significa enfermedad o dolencia en francés. Y muchísimos años después, que cuando esa maladie atraviese como una punzante flecha el corazón, seguramente se sentiría sola, con deseos y sueños, y con infinita tristeza a la vez).
Entendería también el significado de ayer, hoy y futuro. Seguramente extrañaría los diálogos, las ternuras, en medio de la dulzura, y paradójicamente la amargura y el dolor del amor- que-no-fue.
Cuando se hubiera hecho mujer madura, debería comprender indefectiblemente que toda dolencia necesita cura, y que sería cuestión de transitar la convalecencia para que no hubiera recaída.
O bien volver alada a la infancia en la que, felizmente, ignoraba lo que es la maladie d’amour, a escuchar con su sonriente hermano el disco negro que podría quebrarse si no lo trataban con cuidado, igual que al corazón.

Guillermina.
Paraná, 11 de julio de 2012

sábado, 7 de julio de 2012

Diálogo desparejo

Charlaban el Colibrí y la Flor. Él, pura flecha, puro ardor. Ella la mera flor… Dijo bajito aquel Colibrí: sos mi luz, cierro los ojos, te veo. Pensándote soy feliz. ¡Ah, que suerte, mañana, cuando al alba me despierte vos serás lo primero! ………………………………………………. Pero luego, la Flor le respondió: si atardece, que esto no es poco, y uno ya se mira flotando por este sin fin sin soledad, la vida sucederá ¿sin culpas, sin dolores, al fin? Ya sabes, largamente te lo dije: yo soy del camalote la azul flor, yendo a la deriva, a su estertor, en acuarela que el día fije. ……………………………………………… Concluye hoy el río, río que luces quiebra el que pasa y se va con líquido mensaje y verdes hebras: vale la pena, entonces, vivir antes que padecer. (¿Ves las aves, allá metáfora de este suceder?) Paraná, 4 de mayo de 2012-05-05 Guillermina Brasseur